Normalmente, tras un largo día de trabajo/estudio, lo que le apetece a uno es dar un paseo y tomar el aire. Pues bien, eso es lo que hago yo cuando salgo de trabajar, dar un paseo por la zona del trabajo, y luego coger el metro para volver a casa. En uno de esos paseos de relajación, tuve la gran suerte de toparme con un violinista callejero. Hay cientos de músicos por las calles, y el metro de Madrid, algunos buenos y otros no tanto; pero el caso de este individuo es excepcional. Nada más escucharlo me sorprendí de la belleza del sonido de su violín, así que me paré a escucharle, junto a otras muchas personas que ya lo hacían. Desde aquel día me quedé prendida de su música y su habilidad.
Os recomiendo encarecidamente que paséeis por el centro de Madrid, calles Mayor y Arenal, la zona de Ópera y el Palacio Real, y, ahora en invierno, cojáis el metro en estas zonas; y cuando escuchéis un violín que suena de maravilla, encontréis al artista y disfrutéis relajados durante un rato de su talento.
Estas pequeñas cosas son las que más nos gustan de la vida, las que más disfrutamos. Gracias a personas como Estefan, así creo que se llama este violinista, la vida tiene sentido y merece la pena disfrutarla. El sueño es arte, y el arte es vida.
Esperamos que disfrutéis de esta maravilla, y os invitamos a reflexionar sobre esas "pequeñeces" que nos regala el mundo, y tanto nos cuesta ver.
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